«A una Sonrisa de tu Sueño» Entrega 19

Perseverar, perseverar, perseverar…
Hoy os traigo la decimonovena entrega de «A una Sonrisa de tu Sueño».
Vuestros comentarios me animan a seguir compartiendo día tras día, ¡gracias!

VIII

«Titubeó, pero no tenía nada que perder. Linda Aurora se recostó junto a Rosabel y comenzó muy despacio a pronunciar tímidamente… «cariño, tu cuerpectio es fuerte…» le resultaba difícil articular las palabras, se sentía estúpida, pero ante la enfermedad de su hija, no había nada que pudiera hacer por lo que continuó… «quiero agradecer a tus pulmones cada una de tus respiraciones», y a una frase se le fue uniendo otra y otra más hasta que poco a poco comenzó a fluir de sus labios un discurso lleno de emoción y amor… «amo tus lindos ojos y agradezco al cielo el maravilloso don de la visión que te ha concedido, amo tu preciosa boquita que te alimenta cada día, me regala sonrisas y balbucea… me encantan tus manitas, ¡mira que deditos más largos tienes!…»

En poco tiempo se convirtió en toda una experta en el peculiar arte de regalar piropos y gratitud a todas y cada una de las células de Rosabel. Le encantaba ese momento cercano al descanso en el que ya estuviera su hija dormida o despierta, repasaba con amor y ternura todo su cuerpo. En los días en los que se encontraba inspirada incluso le escribía cartas que después leía y releía. Descubrió que sentía una sorprendente predilección por dirigirse a su corazón, en esos casos encabezaba su carta con un simpático… «Querido bizcochito de mi niña», continuando con algo que podría sonar así… «amo cada uno de tus latidos fuertes y seguros, o… ni imaginas lo agradecida que te estoy, gracias por permitirle disfrutar de sus días, hoy, ha intentado dar su primer paso, ¡gracias!…» y de ahí podía dar un salto hasta su piernecitas o «palillitos», porque Linda Aurora había puesto a sus órganos cariñosos apodos, al hígado lo llamaba «chocolatito» y a sus riñones, «gominolas».

Sin darse cuenta, entre mensajes bienintencionados y palabras llenas de amor e intención, pasó un año más en la vida de su niña y a pesar de seguir al pie de la letra los consejos divinos, los males de Rosabel eran persistentes y continuaban como si tal cosa formando parte de su día a día. Nada había cambiado, salvo que ahora la pequeña participaba en el recital de halagos y de tanto en tanto, Candela se sumaba a la fiesta. Linda Auror había puesto todo su empeño en enseñarle dónde se encontraban y cómo se llamaban las partes de su carita y le pareció buena idea añadir adjetivos… «ojos bonitos, boca perfecta, nariz sana…» pero tampoco servía de nada.

A pesar de lo estériles que resultaban sus palabras, no se resignaba. Una tarde, tumbada en la piscina con su pequeña dormitando sobre ella y viendo a Fabián adentrándose en el Jardín, tomó una decisión que en aquel momento le pareció tan lógica, que no entendía como no había acudido a su mente antes. Enseñaría a su hija a utilizar sus pensamientos tal y como los utilizaban las Guardianas y el resto de Seres Celestiales. Su cuerpo podría ser humano, pero su mente no tenía por qué estar limitada. Pensaría como alguien que conoce los misterios de esta vida y cree en la conexión con lo invisible. Sabría que su mente es poderosa, creadora. Pensaría bonito y mantendría hermosos y enriquecedores diálogos con todo el mundo, pero sobre todo consigo misma y por supuesto, tan sólo prestaría atención a lo que le gustase, siendo su principal objetivo sentirse bien, siempre y en todo momento. Le enseñaría a ser responsable de lo que aconteciera en su vida sin culpar al destino, la suerte, el azar o el infortunio. Su hija no dudaría de la grandeza del Universo y sabría que éste siempre responde, siempre da y regala, no entiende el no y tan sólo puede ofrecer aquello que previamente se haya pedido. Entendería que el Universo no escucha las palabras, no puede. Pero siempre responde a los sentimientos. Diría a su pequeña a todas horas… «cariño, si no sientes amor, es inútil hablar de amor. Si no sientes alegría o ilusión, no sirve de nada hablar de diversión. Mi niña, no mires afuera, ahí no está el problema ni la solución, no está el verdugo ni el salvador… ¡céntrate en decidir qué pensar y qué sentir y cuando te sientas bien, no antes, actúa! ¡Habla bonito! ¡Piensa bonito! ¡Siente bonito! ¡Desea bonito! ¿Cuándo? ¡Ahora!»

Linda Aurora dejó a su niña en la tumbona, la tapó con un chal de ganchillo blanco y verde, pidió a un cliente que le avisara si despertaba y se dirigió hacia el Jardín. No había rastro de huéspedes ni visitantes, tan sólo divisó a Fabián frente a las lechugas gesticulando con nerviosismo. Se sentó frente a los naranjos y comenzó una conversación con Pío.

– Me siento estúpida dando las gracias a un cuerpo que no responde – dirigía su discurso a las hojas del árbol – Rosabel no mejora, sigue enferma, vomita y cada vez la fiebre es más alta y se resiste durante más tiempo a marcharse – su tono era desesperado – ¡debería estar afrontando la situación de otra manera!

– ¿Luchando contra la enfermedad? – hablaba el Pío de siempre, pero a ella, en su dolor, le pareció cínico y desafiante

– Por ejemplo – la ausencia de resultados la hacían plantearse la posibilidad de recurrir a métodos tradicionales, humanos y médicos. En su desesperación, los fármacos se habían convertido en una opción, una incluso mejor que la guía y los consejos que le llegaban desde el mismísimo cielo.

– No puedes atraer la solución centrándote en el problema. Es contrario a la Ley. Si prestas atención al problema, tendrás más problema. Si prestas atención a la solución, obtendrás la solución. ¿Por qué te cuesta tanto aprender esto? ¡Es sencillo! ¿Quieres salud? ¡Piensa en salud!

– Pero no veo resultados, mi niña sigue enferma – imploró – ¡ayúdame!

– Sigue enferma porque no te centras en su salud – suavizó sus palabras – pequeña, deja de llorar y escucha – rodeó a Linda Aurora con sus alas y ella sintió alivio y consuelo de inmediato – hablas de salud pero prestas atención a la enfermedad, mientras le dedicas hermosas palabras a su cuerpo, esperas temerosa la siguiente crisis y por tanto, eso es lo que recibes – una potente fragancia a Café impregnó de repente el Jardín – imagínatela corriendo, radiante, rebosante de salud y alegría y deléitate en ese sentimiento. Además, ¿no querías un propósito en tu vida?

– ¿Hablar a un cuerpo enfermo es un propósito?

– Vuelves a hablar de enfermedad. Yo no veo enfermedad en tu hija y tú, deberías cambiar tu manera de mirarla.

– ¡Déjame en paz! – se puso en pie, había visto que Fabián se dirigía hacia ella, pero antes de encontrarse con él tuvo tiempo de pronunciar – ¿sabes? al menos todo esto me ha llevado a una conclusión: voy a enseñarla a utilizar su mente, pensará como una Guardiana.

– Cuidado – le advirtió – no todo el mundo está preparado para despertar, para saber y conocer los poderes que encierra la mente. Cada uno tiene su ritmo e intentar acelerar los tiempos además de estéril puede resultar contraproducente. Las prisas no son buenas. Nadie «despierta» a nadie, es un proceso que nace desde dentro como respuesta a una intención, un deseo. No lo olvides.

Fabián saludó con una sonrisa a Linda Aurora, le pasó un brazo por los hombros y juntos caminaron hacia la piscina en busca de Rosabel. Debido a esta interrupción Pío no tuvo que escuchar un contundente… «lo tengo decidido y punto. Acaso , ¿no es eso lo que hacen las Guardianas de la Fe?» Y así no tuvo que replicar… «sí, eso hacen, pero sólo a quien está preparado. A nadie más.»

Linda Aurora sentía debilidad por estas Guardianas y le hubiera encantado tener alguna de ellas cerca. Olían a Caramelo y ejercían su don a base de masajear cabezas, por eso no era extraño que abundaran entre profesiones como peluqueras, cuidadoras, masajistas o incluso profesoras de infantil. Cuando daban un masaje en la cabeza de un humano, todos sus pensamientos se convertían en ideas elevadas, positivas, hermosas, limpias y llenas de luz. Pensando así, sólo podían sentirse estupendamente y por tanto en su vida, sólo podían materializar acontecimientos sorprendentes».

Mañana compartiré un nuevo fragmento de «A una Sonrisa de tu Sueño», que os parece si hasta entonces, nos centramos en soluciones, en salud, prosperidad, abundancia… soñemos con el final deseado, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…

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