Quiero proponeros algo…

Descubramos los secretos de Pandora.

Nos adentraremos en el Universo de «Alma (y su casita de muñecOs» – mi última novela (2020).

La única jornada que quizá merezca la pena ser emprendida es aquella que nos lleva de regreso a nosotros mismos.

Alma, el subconsciente de Pandora, te tiende su mano. Tómala y camina junto a ella. Descubre el poder que se oculta en ti. Descubre la importancia de tu subconsciente y cómo vencer a tus creencias limitantes.

Pandora, la protagonista, recorre ese camino recordando 5 historias de amor que no resultaron con ella deseaba. En muchas ocasiones, más de las que pensamos, probablemente en todas, un contratiempo, una decepción, un fracaso, encierra una enorme bendición que se revela pasado un tiempo (si somos lo suficientemente honestos y estamos lo suficientemente despiertos) para descubrirla y reconocerla.

Son 5 los amores que recuerda. Os voy a presentar apenas un esbozo de cada uno de ellos y un poquito más adelante os revelaré la historia completa de aquel amor que haya suscitado más interés (medido en likes y comentarios) en mis RRSS.

Hoy os dejo con una breve presentación de Sr. Voz

Sr. VOZ

«¿Qué puedes decirme de ti?; tan valiente, tan macho, con esa voz tan hermosa y grave que me atrajo hacia ti embrujándome y que antes de darme cuenta se había convertido en fuente de frustración. Esa voz, la tuya, inconfundible y serena cuando querías algo de mí; irritante y agresiva cuando te sentías cuestionado. Entérate, el diálogo no se hace a gritos, eso es otra cosa; las soluciones no se encuentran entre el ruido.

Las carencias, los complejos, no se pueden enmascarar por mucho que levantes la voz porque gritan más que tú.»

Sr. SONRISA

«Pandora escuchó a regañadientes, no tenía escapatoria, y Alma le explicó que lo que sintió Sr. Sonrisa no fue disgusto sino admiración. Le maravillaba estar con una mujer capaz de ese tipo de logros, y sintió miedo porque le importaba y no quería perderla. Y se sintió pequeño ante su triunfo, y orgulloso, mucho. Y no sabía cómo apoyarla, ni siquiera sabía que necesitara su apoyo porque ella siempre se había mostrado ante él como un ser autosuficiente que no necesitaba nada de nadie. Él, que se nutría de sus sueños y la conocía bien, supo que la había perdido.- No te mintió. Nunca. Te amó. Siempre. Grábatelo y deja de hacerte daño. Quizá sea el momento de pedir disculpas; a él por haber sido tan injusta y a ti, por el daño que te hiciste. Lo único mentiroso en tu relación con Sr. Sonrisa fueron tus interpretaciones sesgadas. Déjalas ir.»

Sr. PIEL

«Tras terminar nuestra relación supe que jamás encontraría a otro hombre que me hiciera sentir como él. Aquí, en esta vida, no existe.

Si algo he aprendido de mi ruinosa vida amorosa es que con independencia de su edad, color de piel, estatura, estado civil, profesión, estatus social, idioma materno, valentía, arrojo o cobardía, si un hombre ama a una mujer, no hay obstáculo que se interponga entre ambos, va a por ella, da el primer paso sin cuestionarse las consecuencias. Y él, no vino a por mí. Me dejó ir sin más.

Siempre me han gustado los hombres que despiertan mi imaginación y suponen un reto intelectual. Me gusta que me sorprendan y me dejen con ganas de más. Es a partir de la admiración que siento por su mente desde donde se despierta mi deseo. Una mente original, fresca, rápida, sobre todo rápida, me resulta irresistible.

El camino siempre es el mismo, del intelecto al cuerpo, y no a la inversa. Pero con el Sr. Piel no sé qué me ocurrió.

No es que no fuera inteligente o no tuviera una mente interesante, es que me traía sin cuidado cómo era su mente. Con él, todo eran sensaciones. Me estremecía con tan solo pensarlo. Su presencia me resultaba excitante.

No era capaz de identificar qué me gustaba exactamente de él. Y esa incógnita, ese misterio por resolver, mantenía vivo mi interés».

Dr. MIRADA

«He pensado, pensé mucho en nosotros, en lo nuestro, y me he preguntado con insistencia si en realidad tú eras importante o tan solo un instrumento. No tengo una respuesta clara, pero ahora que ha pasado el tiempo… y tantas cosas… me atrevería a considerarte como un medio y poco más.

Creo que hubiera sucumbido ante las atenciones de cualquiera porque lo importante, lo esencial, lo crucial en todo este asunto no eras tú, ni siquiera yo, sino una necesidad de amor tan inmensa que lo devoraba todo. Que me devoró. Nos devoró.

Es una pena que toda nuestra relación se pueda resumir con la palabra engaño. Si en lugar de estos ojos inertes pudiera fundirme con la que fue tu mirada azul, te formularía una pregunta, solo una: «¿hubo algo de verdad?

«Esa es mi pregunta para ti, «¿lo hubo?»

Necesito creer que sí, que aunque tuviste muchas amantes, yo no era una más porque en momentos de auténtica y visceral necesidad era en mí en quien pensabas y a quien recurrías para salvarte. Era en mis brazos donde sollozabas como un niño en busca en consuelo.

Ya ves, entre tú y yo no se interpuso tu esposa, ni el resto de tus amantes, ni tu ego, ni tu vanidad, ni mi culpa, sino mi necesidad, el sentimiento de que algo me faltaba, de que algo se había perdido, de que algo, hiciera lo que hiciera, haga lo que haga, me mantiene incompleta.

«Pandora lloraba calladamente. Acarició de nuevo y con más ternura si cabe la barbita del muñeco, lo tomó en sus manos y sonriendo amargamente lo acercó a sus labios antes de murmurar… «me gustabas mucho, ¿sabes? Sentí mucho tu pérdida. Sentí mucho no poder llorarte como te merecías. Sentí mucho no haber sabido salvarte de ti mismo. Sentí mucho convertirme en tu amante. Tú y yo debimos ser amigos y nada más. Pero buenos amigos, los mejores. Los amigos no se mienten. Los amigos se apoyan. Los amigos se aman y aceptan, no tienen que ocultarse. Y tú y yo, necesitábamos Ser, sin más.

Y por último…

Sr. AROMA

«Llegó a mi vida y sin despeinarse me alborotó el descaro y la golfería convirtiéndolo todo en puro disfrute. El vicio, también. Un poco la obsesión. Y me encantó esa versión de mí misma… por lo sorpresiva que resultó y por lo excitante que me parecía todo. Algo en mí había permanecido dormido toda mi vida, pero un buen día, él sin proponérselo y yo sin esperarlo, lo despertamos.

No te rías, ya sé que estoy redundante y he repetido muchas veces cuánto me gustó, pero muchas siempre serán pocas, te lo aseguro. Insisto, era un dios del sexo.

Y poco más. O nada más. Pero reconozco que en lo suyo, era el mejor. De no ser por él, algo inmenso en mí habría terminado en la tumba sin estrenar»

Alma rio por lo bajo. Otra vez incidía en lo mismo.» Todo era natural, divertido, morboso, no había implicación emocional de ningún tipo, nuestra relación fluía con su propio ritmo sin necesitar ataduras ni compromiso. El deseo y las ganas del uno por el otro nos mantenía unidos. El sexo era lo que tenía que ser, ni más ni menos, y su absoluta falta de moralidad me contagió de una gozosa falta de vergüenza. No me curó del mal de la humillación, pero a su lado sentí alivio, crecí como mujer, me sentí deseado como nunca antes me había sentido. Él no me cuestionaba, no me examinaba, bromeaba con mis dramas, no alimentaba mi desánimo. Yo le valía tal y como era. Y eso resulta ¡tan liberador!

Ha sido el único de mis amantes que me ha conocido realmente. A él me entregaba sin reservas, tal cual. Supongo que el miedo y la vergüenza (seguramente ambos y alguna que otra traba más), me impedían dejarme llevar con los demás, pero él era diferente»

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