Buscadora de abrazos. FRAGMENTO

Hoy quiero compartir con vosotros un fragmento de mi novela «Buscadora de abrazos».

Desde que se publicara en 2018 no ha dejado de darme alegrías.

Espero que os guste.FRAGMENTO.

«Apenas podía recordar la última vez que oyó un «te quiero», no sabía que sería el último, claro. De haberlo sabido hubiera intentado agarrar ese instante, habría cerrado los ojos, aguantado la respiración, agudizado los sentidos y sonreído. Seguro. De haber sabido que transcurriría tanto tiempo sin volver a escuchar esas palabras, habría intentado secuestrar el momento, el último momento de sentirse necesitada. Pero no lo supo, ni lo intuyó, nada. Escuchó, probablemente asintió y sin más, esa bella oportunidad pasó.

Era tremendo el vacío que sentía, quería desaparecer, perderse aunque solo fuera por un instante, un instante que se pudiera prolongar eternamente en un lugar perdido y seguro. Un punto de luz, calentito y acogedor podría ser una opción interesante, recibir un abrazo en el que cerrar los ojos y morir, también. Ahora, solo deseaba no ser.

Berenguela aquella noche estaba agotada, triste y se sentía tremendamente sola. A pesar de todo sonreía. No era falsedad sino un fenómeno sorprendente y mágico que quizá pudiera tener alguna utilidad más allá de la de hacerla sentir rara. Lo desconocía, pero mientras su alma lloraba, sus labios sonreían.

Deseaba que todo terminara y poner fin al calvario de tiempo y tiempo que repetía perversamente decepciones y frustraciones. «Ya no quiero más… es agotador… por favor, ya no más».

Había jugado durante años a juegos, que a pesar de parecer dispares, compartían finales similares: su rostro bañado en lágrimas junto a una cicatriz más que sumar al juego siguiente y un impertinente ¿y ahora qué? que la sumergía en la búsqueda de algo o alguien hacia qué o quién dirigir sus siguientes pasos.

Ya no quería caminar, no quería dirigirse a ningún lugar, no quería seguir creciendo ni aprendiendo, le tenía sin cuidado lo que estuviera por venir. Hubiera matado por no ser, pero tenía que conformarse con las lágrimas para liberar su frustración.

A pesar de hacerlo con regularidad, Berenguela odiaba mentirse. Sus ideas iban y venían chocando entre sí. Rebotaban en su mente para de nuevo ir y venir, subir y bajar, girar y balancearse mientras se repetían de un modo enfermizo con el fin de expresar todo el tiempo la misma idea. Una idea que no la dejaba vivir, que no la dejaba en paz, que le hacía desear la muerte mientras regalaba vida y sonrisas.

Hacía mucho tiempo que había tirado la toalla, un buen día renunció a ser feliz y lo aceptó sin más. Asumió la infelicidad como asumió la soledad y también no volver a escuchar un «te quiero». Y no dramatizó en absoluto. Lo hizo con tal naturalidad, que resultaba inquietante. Rafael se había marchado para siempre y ante la eterna despedida, no había nada que ella pudiera hacer.

Él, el pelirrojo, era el culpable de que después de tanto tiempo, su mente comenzara a dudar y la confusión la atormentara día y noche. No entendía sus propias emociones, no podía tratarse de amor porque este pertenecía al difunto. Pero lo quería, lo pensaba y lo extrañaba. Se esforzaba por protegerlo y cuidarlo. Lo había disfrazado de amor maternal, pero lo deseaba. El Triunvirato del Arpón se reproducía con preocupante rapidez por toda su mente. El Miedo, la Culpa y la Confusión protagonizaban ahora todo su mundo.

No tenía más remedio que dejarlo pasar. Había resuelto ignorarlo, no hablarle, incluso intentaría no pensarlo ni soñarlo. Lo convertiría en un recuerdo y después en olvido. Era la única manera de serenar su mente y su vida. Debía quedar fuera.

Pero Nick era un sueño que con fuerza se resistía al destierro. Porque era perfecto. Porque lo llenaba todo. Porque no sabía cómo ni por qué lo amaba y porque cada noche la visitaba en sus sueños para susurrarle con ternura infinita un «te quiero».

Espero haber despertado vuestro interés y que deseéis conocer la historia de Berenguela, mi «Buscadora de abrazos».

Gracias por estar ahí.

Abrazos. Abrazos. Abrazos.

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