«A una Sonrisa de tu Sueño» Entrega 29

@todolectura13

¡Buenos días!
Continuamos con confianza y sin perder la sonrisa.
Nueva entrega de «A una Sonrisa de tu Sueño».
¡Y ya van 29!

VII

» Linda Aurora se encontraba en «Felicidad». Sentada en su balconada, balanceando los pies en el aire, una taza de té con limón a su derecha y un libro rojo titulado «Café» en su regazo. Sus ojos, los dos, contemplando la grandeza del río. Había decidido seguir fingiendo, dejar las cosas tal y como estaban, no deseaba más cambios, pero sopesaba dejar constancia en su libro de esta milagrosa recuperación. Quizá en un futuro disponer de esa información pudiera resultar de utilidad a alguna Guardiana desesperada.

– Buenas noches, preciosa – Pío interrumpió sus cavilaciones.

– Buenas noches – sonrió e instintivamente miró al cielo, la luna estaba creciendo – ¡qué sorpresa!

– No pienses tanto y duerme más.

– ¿Te has enterado de lo que ha hecho Rosabel? – preguntó sorbiendo un poquito de té.

– ¿Tú, qué crees? – preguntó por toda respuesta.

– ¿Y qué te parece?

– ¿Qué me parece, qué? – A Pío todo le parecía divertido.

– ¡Por favor! ¡Hoy no! – la sacaba de sus casillas – ¡pues qué va a ser!, su descaro , su mala educación, haberse escapado – enfatizaba su discurso con un continuo movimiento de manos – ¡si hasta dice que habla con mi madre! ¡y delante del cura! – los pies se unieron al baile de sus manos. – Parece que le han cambiado las toses por palabrotas, los vómitos por salidas de tono y los resfriados por una tremenda falta de respeto. Dime – dijo suplicante – ¿Qué hago con ella? – Su hija la tenía muy preocupada, al espectáculo de aquel día, tenía que unirse el hecho de que Rosabel soplaba a todo el mundo sin control.

– Dejarla Ser Quien Es, ¿qué otra cosa podrías hacer? Sobre sí misma, decide ella.

– Ya, tú siempre tan explícito – sabía que poco más podría sacar de él. Cambió de tema – ¿Y qué hago con mi don?

– Lo que quieras. En lo tocante a tu vida, decides tú. Pero sea cual sea tu decisión recuerda que no estará bien ni mal, sólo será una decisión más. Si no te sirve, podrás volver a decidir.

– Me paso encomendándote a ti a todas horas, entregrándote mis dudas, mi confusión – en realidad Linda Aurora no necesitaba respuestas que ya conocía, pero necesitaba desahogarse .

– Lo sé

– Puedo sentir que lo recibes e incluso en ocasiones lo transformas en algo bueno para mí.

– En ocasiones, no, siempre. No puede ser de otra manera. Es Ley – y continuó – Todo aquello que dejes en mis manos, se transmutará en Luz.

– Pero lejos de sentirme en Paz, me siento inútil. ¡Qué fácil! Si tengo un problema, para ti… si tengo pena, para ti… si dudo, para ti… todo para ti.

– Así es. Pero no siempre me entregas lo que te estorba, parece que te gusta recrearte en el dolor. Si algo te incomoda dime: «te lo entrego, yo con esto no puedo» y después, ¡olvídalo! Yo sé cómo hacerlo desaparecer. Pero muchas veces te limitas a llorar y lamentarte sin intención de pasarme el relevo.Tú decides, y si no tomas esa decisión, yo no puedo intervenir. No puedo interferir en tu libertad. Necesito tu permiso para actuar.

– ¿Qué hago aquí? ¿Qué hacemos aquí?

– ¿Las Guardianas? Ayudar, guiar, servir. Llámalo como quieras, en definitiva contribuís a llevar a los humanos por el camino que les procure las mejores experiencias; encendéis su ilusión, su pasión, los ayudáis a soñar sin límites; consoláis su pena y mitigáis su miedo. Las primeras Guardianas lo sabían, esta conversación jamás hubiera tenido lugar con una de ellas, pero ahora, tanto tiempo mezclando vuestra energía con la de los humanos no es de extrañar que también caminéis un tanto desorientadas. Sois Energía, como todos los demás, en este punto no hay distinción entre humanos y Guardianas, sólo que vosotras vibráis más alto. Además, me tienes a mí, sabes quién eres, o deberías saberlo y tienes un propósito claro y definido. Abandona de una vez y para siempre tu papel de víctima porque no te conduce a ningún lugar en el que desees estar, créeme.

– Será que no concibo la vida sin sufrimiento.

– Será

– Será que siento la Paz como si se tratase de una visita inoportuna.

– Será… pero si sientes que la Paz es tu estado natural, también será. Tú decides. Forma parte de ti.Yo, formo parte de ti. Dios, forma parte de ti. No hay separación alguna y nunca la ha habido. La Paz, su energía, no se trata de algo a lo que puedas acceder o no en función de tu comportamiento, el capricho divino o el azar. ¡Siempre está brillando para ti! Cuando no puedes ver su Luz, cuando no sientes su inspiración, es porque el miedo se interpone, y es que no importa la forma que adopte: rencor, odio, envidia, da igual, todo es miedo.

Linda Aurora se marchó a la cama complacida. Quería dormir. Conversar con Pío siempre le aliviaba la confusión y la hacía sentir capaz de todo, eliminaba el drama de cualquier situación y es que, tal y como él repetía con frecuencia… «la Verdad es sencilla y natural».

VIII

«Y la verdad era que Rosabel se levantaba cada noche a hurtadillas para no ser descubierta, entraba en la habitación donde dormían sus padres, se arrodillaba junto a Fabián y soplaba y soplaba alrededor de su cabeza con la intención de eliminar tantas pelusillas negras como pudiera. Cada vez las conocía mejor, sabía qué era, el perjuicio que ocasionaban y cómo deshacerse de ellas. Las malditas dudas que no dejaban alcanzar el éxito a su padre, no sobrevivirían mucho más. Apenas llevaba unos meses enfrentándose a ellas y ya había aprendido a diferenciarlas entre sí. Las veía con tanta claridad como podía contemplar el río y las escuchaba con tanta nitidez como gozaba del canto de los pájaros. Aquellos obstáculos estaban vivos y eran reales, parlanchines y criticones, utilizaban un lenguaje lacerante y prejuicioso repleto de vocabulario obsceno y malsonante cuando se dirigían a Fabián y en cambio, se convertían en seres suplicantes y llorones cuando la veían acercarse a ella. A lo lejos, parecían bolitas, pelusillas, nubecillas negras que al revolotear se asemejaban a un puñado de molestas moscas. Pero bien miradas de cerca, cada una era única y diferente. Las que acosaban a su padre eran muy insistentes y siempre regresaban sin importar las veces que Rosabel las eliminara. Cada noche, ahí estaban, y además eran de las protestonas, de las que al tiempo que se fundían con la nada gritaban desafiantes… «volveremos, no podrás con nosotras». El pobre Fabián atraía ese tipo de personajillos desagradables porque acostumbraba a escuchar las opiniones de los demás, de los bienintencionados que le recordaban lo mayor que era para alcanzar sus sueños y querían evitarle el dolor del fracaso y de los malintencionados que no deseaban verlo triunfar por pura envidia. Unos y otros, curiosamente y a pesar de lo opuesto de sus intenciones, utilizaban argumentos semejantes para hacerlo desistir. Fabián tenía la mala costumbre de hacerles caso, de contaminar su mente pensando los pensamientos de otros. Pensamientos de duda que giraban a su alrededor con una insistente cantinela… «no eres capaz, no eres lo suficientemente bueno, no podrás hacerlo, eres muy mayor, no te lo mereces, no se puede tener todo en la vida…» y miles de macabras maneras de gritarle o susurrarle que no merecía la pena persistir porque no lo lograría nunca.

Pero aquella tortura estaba próxima a su fin, ella estaba allí, era Guardiana, era poderosa y aunque no sabía nada de su don, seguía su instinto y éste la empujaba a soplar para alejar aquellas molestas y chillonas bolitas negras. Y no importaba las veces que regresaran porque no se daría por vencida. Soplaría y finalmente las derrotaría. Y una calurosa noche de agosto, en camisón turquesa, descalza, llena de buenas intenciones y exhalando un dulzón aroma a Miel con leche, venció. Ni rastro de pelusillas ni pelotitas revoloteando, lo que contempló sobrevolando la cabeza de su padre fue una escena que tan pronto apareció, se esfumó de repente. Un sueño, un sueño que Fabián anhelaba desde hacía tiempo y que por una u otra razón nunca llegaba a hacerse realidad. Rosabel supo de inmediato que aquella noche no tenía que soplar y siguiendo un impulso se acercó muy despacito a su padre y le susurró un misterioso y enigmático mensaje: «puedes hacerlo y lo harás; es más, puedes hacerlo y lo has hecho. ¡Enhorabuena, estas a 60 sonrisas de tu sueño! Tienes coraje, fuerza y todo lo necesario para enfrentarte a un nuevo reto, a un cambio!»

Así era, en pocos días Fabián recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar de ninguna manera. Escribir una columna diaria en el periódico de La Aldea era una bendición. Podía elegir libremente sobre qué escribir y eso le encantaba, y aunque la remuneración no era demasiado elevada, suponía un comienzo. Se sentía escritor por primera vez en su vida, podría dormir en «Felicidad» cada noche, arropar a su pequeña y despertar junto a Linda Aurora. ¡Era feliz!

Tras la maravillosa noticia de Fabián, la pequeña comenzó a lucir un generoso y brillante mechón blanco en su cabecita. A él, le encantó. A Linda Aurora, no.

A su debut como Guardiana le siguió la primera visita de su Ángel. A partir de ese momento, espolvorearía cada noche sobre ella una nebulosa de partículas que le harían recuperar la armonía perdida durante el día. Suspendido sobre su cuerpecito, desplegaba una enormes y doradas alas que con suaves movimientos rociaban a Rosabel de una fina y refrescante llovizna de oro, «aliento de vida». Ajustaba de esta manera su temperamento y balanceaba sus emociones para que pudiera afrontar, llena de ilusión y entusiasmo una nueva jornada. Libre de cargas, culpas o pesares, alegre o malhumorada, respondona o tímida… nunca se sabía qué Rosabel amanecería. Podía despertar con la franqueza acentuada, la responsabilidad mermada o la honestidad despistada. Rosabel se había convertido en una niña imprevisible y desconcertante con la encantadora costumbre de utilizar a todas horas la expresión, «¡me encanta…» «me encanta ser especial, me encantan los baños en el río, me encantan las frescas y limpias aguas del Xuello, me encantan las personas con las que me encuentro cada día, me encanta mi familia, me encanta ser amable, me encanta el hotel, me encanta vivir en «Felicidad», me encanta sonreír, me encanta ser útil, me encanta ayudar a otros…»

Las Guardianas Guía eran muy poderosas, las únicas que ejercían su don más allá de la mente, las únicas que influían directamente en el subconsciente del humano, en esa parte de la mente que no juzga, no interpreta, es un poco simplona y absolutamente eficaz. Esa parte de la mente que no descansa nunca, siempre obedece, y tiene como principal objetivo: complacer. Esa parte de la mente en la que cualquier idea que sea aceptada como cierta, se reflejará irremisiblemente en la vida del humano sin importar lo descabellada o absurda que pueda parecer, porque si el subconsciente lo cree, lo hará realidad. Pero creer no es fácil, porque las dudas, las malditas dudas acechan continuamente. Si alguien pretende alcanzar sus sueños, primero ha de hacer desaparecer a aquellos molestos seres, y Rosabel, en esto, era magnífica. A golpe de soplido eliminaba obstáculos y a base de palabras mágicas, poblaba el subconsciente de ideas adecuadas que éste, aceptaba sin rechistar. «Puedes hacerlo y lo harás; es más, puedes hacerlo y lo has hecho», era su particular mantra y ser capaz de conocer con exactitud la distancia a la que el ser humano se encuentra de su sueño hacía de su labor un divertido y apasionante pasatiempo. Medía esta distancia en sonrisas y sabía que, a partir de 100, lo que era un sueño se convertiría en realidad porque llegados a este punto no hay vuelta atrás, las personas se convierten en «atrayentes» y las circunstancias, encuentros y casualidades favorables se suceden de un modo espontáneo y natural. Se encuentran en un camino excitante y lleno de adorables imprevistos, el camino hacia el triunfo.

Rosabel, que aprendía a través de su propia experiencia, no tardó en descubrir que algunos humanos, cuando están a muy pocas sonrisas de su sueño, tiran la toalla, desisten cansados o contaminados por las dudas. ¡Lástima! Si pudieran sentirlo como ella, no abandonarían jamás. Sabrían que los sueños se cumplen y que tan sólo hay que perseverar y creer en uno mismo sin hacer caso a los demás. El malestar que pueden sentir en forma de frustración o decepción, tan sólo es un indicador de la distancia a la que se encuentran de su objetivo, no de la imposibilidad de alcanzarlo. ¡No pueden no obtenerlo!

Los humanos han nacido para cumplir sus sueños, para ser felices. ¿Quieren acortar distancias? ¡Es fácil! Reír, bailar, dormir, divertirse y sentirse despreocupados, abrazar, besar, hacer el amor, sentirse agradecidos y por supuesto soltar y dejar ir, son claves para avanzar, rápìda e inexorablemente hacia el disfrute de su sueño. Cuando están a tan sólo 5 sonrisas de éste y a pesar de no poderlo ver ni oír, impera en ellos la sensación de estar a punto de tocarlo con la punta de los dedos. Y ¡así es! Pero la tentación a su renuncia es grande y pueden rendirse ante el abandono estando tan sólo a una sonrisa de su sueño. ¡Sólo a una!

Rosabel era muy especial, y así se sentía. Las Guardianas con aroma a Miel, las Guardianas Guía, poseían otros dones, unos extraordinarios poderes que se mantendrían ocultos hasta que llegase el fatídico e inevitable momento de tener que defender su vida».

Hasta aquí la entrega de hoy, espero de corazón que os haya gustado. Mañana volveré con un último fragmento y una sorpresa con forma de ofrecimiento.

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